miércoles, 22 de agosto de 2007

EL REGALO MAS VALIOSO


Este recuerdo se lo dedico a una mujer que sin darme nada, ¡Me dio mucho!

Transcurrían los años 60, por ese tiempo yo tendría entre ocho, y doce años, como cada día, mi madre me mandaba a comprar el pan a casa de la Catalina la “tía bailaora”, allá por la calle Patrás , de camino por la Berraca me paraba a ver como el herrador le ponía aquellos enormes clavos a los caballos, yo le decía, Manolo, ¿No le hace usted daño clavándoles estos clavos?, el me contestaba; nó mas daño se hacen si tienen los zapatos rotos. Después me regalaba algunas herraduras por que decía que traían suerte, lastima no haber conservado alguna.

Después de entrar en su casa y saludar a su esposa, y a mis amigos, Maria Eugenia y Carlos, proseguía mi camino.

Al pasar por enfrente del camino que lleva a la zanja el cura, me llamó la atención, una mujer toda vestida de negro, de los pies a la cabeza. Ella siempre estaba sentada en su puerta. Me dijo; ¿ hija tú de quien eres?. Después de yo darle toda la explicación, hablamos un rato, y nos hicimos amigas.

Cada día me paraba a hablar con ella un ratito, me sentaba en su umbral. Y ella me contaba cosas de la guerra, de gentes del pueblo, de su vida, y yo con gusto le regalaba mis oídos, pues me gustaba lo que decía y como hablaba con voz dulce y a la vez con pena.

Algunos días le ayudaba a acarrear agua de un arroyito que pasaba delante de su casa, o a limpiar su casa.

Ella me decía que pasaba hambre, que muchos días se acostaba sin probar bocado, yo cada día le pedía a mi madre un bocadillo, que luego le daba a ella, y disfrutaba de comérselo y yo de verla. Me decía que a veces iba a pedir por las casas y que la trataban mejor la gente pobre que los ricos.

En una ocasión, yo venia de comprar de casa de Manolico, allí me habían regalado un plátano precioso, que yo le traía a mi madre, era una fruta que nunca comprábamos por su precio, cuando me encontré con esta mujer toda vestida de negro, ella estaba llorando, le dije; tía Manuela que le pasa, y ella me contestó,; mira hija vengo de pedir de casa de “fulanito”, y a salido la criada y me ha pegado con un palo en la cabeza. Y quitándose el pañuelo de la cabeza me enseño el chichón que le habían echo.

La llevé a mi casa y le pusimos aceite, creo que mi madre le puso una moneda en el chichón, y con gusto se comió el plátano que me habían regalado. Después la acompañe hasta su casa.

A si transcurrieron los días, hasta que llegó la hora en que tenía que emigrar a tierras lejanas.

El autocar partía de madrugada, casi de noche. Yo ya estaba dentro, cuando por la ventana vi una figura de negro, era ella tía tía “Manuela” .

Bajé de seguida del autocar y nos fundimos en un abrazo, ella llorando me dijo;

Hija sabes que no tengo nada para darte, te voy a regalar lo más valioso que tengo,

Y quitándose un imperdible con una Virgen que siempre llevaba prendida en su pañuelo, me la puso en mi vestido, ¡¡haciéndome así el regalo más valioso que me han hecho en mi vida!!.

AMDD.

Agradezco a Marochos en la Red, el que nos de la oportunidad de poder expresar nuestros sentimientos y recuerdos de nuestro querido pueblo ENCINASOLA

4 comentarios:

Anónimo dijo...

bonita historia,y buen corazon el tuyo,y mas siendo una niña,felicidades ,te quedo' perfecto. un abrazo Isabel.

Anónimo dijo...

Ana Maria:Me encuentro ahora mismo en el centro Guadalinfo de Encinasola, donde he tenido la ocasión de leer tu relato cargado de ternura y nostagia. Me ha guastado mucho.
Hasta pronto.Un abrazo

LUNES

caren dijo...

Es un relato muy tierno, y un recuerdo muy bonito.
Saludos.
Carmen

Vicky dijo...

Hola, soy Vicky de Palma de Mallorca, casi me pongo a llorar cuando leyendo tu historia veo el nombre de mi abuela, si, Catalina "la bailaora" es mi abuela... Osea que, le comprabas el pan a ella? Vaya que de historias podrias contarme!! Me hubiese gustado estar mas cerca de ella, la distancia era grande...
Saludos.